Hace ya un tiempo que me he ido encontrando con la idea de la belleza que puede existir implicita en el dolor. Lo he leído, lo he escuchado y algún tiempo le he dedicado a reflexionarlo; el concepto me resultaba dulce y en ultimas reconfortante: pensar que en medio de una situación dolorosa cabía la posibilidad de encontrase con algo bello, era la promesa de un oasis en medio del desierto.
Y ahora despues de llevar algún tiempo serpenteando las inagotables dunas puedo decir que he librado grandes peleas con la idea...que de bello nada, que al principio no se cumplio esa promesa, que por mucho que caminaba nada bello encontraba a mi paso.
Pero finalmente y despues de mucho cansancio, o gracias a él, apareció. No como una gran revelación, no como un estado permanente, no. Empezaron a aparecer pequeños momentos, fugaces encuentros, empecé a experimentar la sensacion de tener el corazón abierto de par en par, la sensación de que todo podia tocarme, todo podia llegar hasta el fondo de ese corazón adolorido, en esos momentos ese corazón era puro espacio y finalmente comprendí que probablemente esto podría ser lo bello del dolor para mi, lo bello de este dolor mio, un corazón abierto a la existencia.
Ahora entiendo desde mi experiencia, que la alegría es un corazón que comparte siendo el centro, en cambio el corazón del dolor es una llanura, un horizonte abierto donde todo y todos pueden entrar.