martes, 23 de septiembre de 2014

"¿Te crees los estados de tu mente?...Entonces seguro que sufrirás"

"Cuando Ajahn Chah advertía que lo estaba pasando mal, solía llamar mi atención: "¿Qué? ¿Atrapado de nuevo en algún estado?". En el monasterio del bosque constantemente recibíamos la instrucción tanto de observar la propia conciencia como de nombrar de forma precisa cada uno de los estados que la llenasen a lo largo del día: asustado, aburrido, relajado, confundido, resentido, tranquilo, frustrado, etc.

A veces Ajahn Chah nos pedía que nombráramos en voz alta nuestros estados para reconocerlos con más claridad. A un monje recién divorciado de Bangkok le amonestaba: "¿Sientes tristeza? ¿Rabia? ¿Pena de ti mismo? Bueno, es natural. Contémplalo todo". Y riéndose, le decía a un monje inglés que se sentía confundido: "¿Puedes ver  lo que ocurre? Estás distraído, confundido, hecho un lío. Sólo son estados de la mente. Venga, ¿te crees los estados de tu mente? ¿Estás atrapado en ellos? Entonces seguro que sufrirás."

Jack Kornfield "La Sabiduría del Corazón" Ed. La liebre de marzo



martes, 1 de abril de 2014

El encuentro con el enemigo.

"La esencia del valor es vivir sin engañarnos. Sin embargo, no es fácil observar con sinceridad lo que hacemos. Vernos con claridad es al principio molesto y embarazoso. A medida que aprendemos a vernos con más claridad y a ser leales, empezamos a percibir cosas que preferiríamos negar: nuestra sentenciosidad, mezquindad y arrogancia. No se trata de pecados sino de hábitos temporales de la mente que pueden desaparecer.Cuanto más los conozcamos, más débiles se volverán. Así es como llegamos a confiar en que nuestra naturaleza básica es extremadamente sencilla y carece de la lucha entre el bien y el mal.

Un guerrero empieza a hacerse responsable de la dirección que toma su vida. Es como si lleváramos a cuestas un equipaje innecesario. Las enseñanzas nos animan a abrir las maletas y a observar atentamente lo que hemos metido en ellas. Al hacerlo empezamos a comprender muchas cosas que llevamos y ya no las necesitamos."

Pema Chödrön "Los lugares que te asustan"


lunes, 24 de febrero de 2014

El hábito de aplazar la felicidad, un error de apreciación

"Felicidad", que intangible e inalcanzable suena esta experiencia. Pareciera que corremos toda la vida tras ella, siendo tal su velocidad, que cuando alcanzamos a tenerla entre índice y pulgar, aún sin recuperar el aliento, vuelve y se escabulle obligándonos a retomar la carrera.

Solemos considerar la felicidad como un estado casi permanente al que debemos tener acceso por derecho propio, y para su encuentro nos empeñamos en poner en orden cada uno de los aspectos de nuestra vida, pensando que el control de todas aquellas áreas traerá como resultado el hecho de ser felices. Sin embargo, con frecuencia, dentro de la ecuación olvidamos contemplar la variable del cambio, olvidamos el movimiento, olvidamos que nuestra vida está construida en la interacción con otras personas que también se mueven y por tanto es bastante improbable que la ecuación “todo bajo control” dé como resultado “el estado de felicidad”.

Pretendemos “ser felices” esperando el escenario ideal: cuando la situación económica sea óptima, cuando tengamos una casa, un trabajo, un amor, estabilidad emocional, el bienestar de los nuestros, y la lista podría continuar y así continuamos, aplazando, corriendo, esperando a tenerlo todo como creemos que debería estar, para poder permitirnos descansar en el sofá y saborearla.

No obstante, si nos detuviéramos un momento a observarnos, seguramente comprenderíamos que hemos errado en el enfoque, que hace falta volver a plantearnos su significado en nuestras propias vidas, porque la realidad es otra, y nos enseña que probablemente la felicidad no sea un estado al que tengamos derecho, sino mas bien una actitud para cultivar, una forma de disfrutar de los momentos, un espacio desde el cual interpretar las vivencias y actuar, una visión clara del presente que nos permite reconocer el gozo de este preciso segundo.

Se trata más bien de saborear cada situación que surge y se evapora desde la presencia y la aceptación, para dar espacio a la siguiente experiencia. Sólo desde esta actitud podremos construir la base desde la cual vivir tanto lo agradable como lo desagradable, de otra forma solo estaremos luchando con las situaciones y de nuevo corriendo tras el “poder ser felices”.


Cuando nos relajamos y permitimos que la vida se muestre como es, porque finalmente así terminará siendo por mucho que nos opongamos a ello, incluso en las situaciones más adversas, en medio del dolor, gracias a la aceptación hallaremos momentos dulces, en los cuales podremos comprobar que la felicidad no es como nos imaginábamos, es mucho más sencilla, mucho más estable, mucho más sutil. Solo entonces podremos permitirnos ser felices, sin esperar nada que no sea lo que pasa en el presente, aquí y ahora, en la vida tal cual se presenta en este momento.







miércoles, 8 de enero de 2014

Presos del ¿Por qué?

Con mucha frecuencia suelo observar en mi trabajo terapéutico que paradojicamente, aquello que la mente nos enseña como el camino que conduce a la solución de cualquier dificultad, termina convirtiéndose, en la prisión que bloquea cualquier salida y que rápidamente nos separa de la experiencia de la realidad. 
Cuando algo no funciona de la forma que queremos en nuestra vida la primera imagen y pregunta que viene a nosotros es un ¿por qué? en mayúsculas y negrita, si concentramos en ello toda nuestra atención terminará por eclipsar los demás contenidos creativos que vienen asociados, así como los recursos y el contacto con la experiencia del momento.
Preguntarnos ¿por qué? es una pregunta muy útil, sin embargo ni es la única, ni es la meta. Pero pareciera que logramos cierto regocijo creando historias que respondan a ella, sobre el pasado, sobre los antepasados, sobre las carencias, sin embargo esto solo es el punto de partida. 
Podemos crear preciosas y elaboradas historias, acerca de recuerdos parciales, fragmentados y deteriorados de nuestro pasado, historias que una vez elaboradas entran rápidamente a formar parte de nuestra descripción de nosotros mismos y de nuestro discurso... Una nueva cárcel, elaborada, pulida y detallada pero al fin y al cabo historia y cárcel.
Y por supuesto que una parte importante de un proceso terapéutico es la comprensión, pero nos distraemos con la comprensión del pasado sin intentar relacionarnos con la comprensión del presente. Tal vez incluso sin responder a esta pregunta también podamos encontrar el camino y probablemente llegaremos al  "porque..." de manera natural, como conclusión, como una nota al pie que explica al lector el proceso, que pone en contexto, pero no como el objetivo
Permitamos al por que? tener un lugar, pero mas reducido, al lado del  ¿que es lo que continuo haciendo para mantener esta situación?, al lado del ¿como? y muy por debajo de la atención consciente, de la presencia sin juicios en el momento presente.