"Cuando un amigo nuestro padece un gran dolor físico emocional, a veces no nos atrevemos a estar con él o, si lo visitamos, nos da miedo una comunicación sincera. Pensamos que deberíamos saber cómo aliviar su dolor, saber decirle las palabras adecuadas. Sin embargo lo que más necesita una persona que sufre es nuestra presencia. En griego, la palabra que expresa una persona que conforta es
paraclete, que significa
"el que viene a caminar a tu lado". Lo que aportamos al ayudar al amigo es nuestra presencia amorosa, con perspectiva.
Más que lo que hacemos o lo que decimos, lo que ayuda a una persona que sufre es cómo somos.
El "cómo somos" está conectado con la conciencia que tengamos de nuestro propio sufrimiento y hasta dónde hayamos conseguido elaborar nuestra propia tristeza.Y, finalmente nuestra presencia amorosa depende de nuestra capacidad para reconocer y a continuación soltar nuestros temores y expectativas, permaneciendo receptivos y compasivos hacia la otra persona."
"Para morir en paz" Ed. Rigden Institut Gestalt
Christine Longaker