Cuando al afrontar los altibajos de la vida, la mente aún sigue imperturbable, sin lamentarse, sin generar contaminaciones, sintiéndose siempre segura; esa es la mayor felicidad.
Si llevamos nuestra atención a la mente y su contenido, no tendremos que hacer un esfuerzo muy grande para hacer inventario de la información que encontramos, lo curioso es que con tan poco, llenemos todo su espacio a base de repeticiones, con facilidad podremos darnos cuenta del escaso lugar que dejamos para lo nuevo, para el presente.