texto de Jack Kornfield. La Sabiduria del Corazón, Ed. La Liebre de Marzo
"En un gran templo al norte de la antigua capital de Tailandia, Sukotai, se alzaba desde tiempos antiguos una enorme estatua de Buda. Aunque no era una de las más bellas y refinadas obras de arte tailandés, se había mantenido durante 500 años y se había convertido en objeto de veneración por su incuestionable longevidad.
Este Buda había sido testigo de violentas tormentas, cambios de gobierno y ejércitos invasores, pero había resistido.
Llegó un momento, sin embargo, en que los monjes que cuidaban del templo advirtieron que la estatua había empezado a agrietarse y que pronto iba a necesitar ser reparada y pintada de nuevo.
Tras un período que resultó especialmente caluroso y seco, una de las grietas se hizo tan ancha que a un monje curioso se le ocurrió tomar una linterna para investigar qué había allí dentro.
Lo que apareció de golpe al iluminar la grieta fue ¡el destello brillante del oro! En el interior de aquella sencilla estatua, los residentes del templo descubrieron una de las imágenes de oro de Buda más grandes y luminosas que se han creado en el sureste asiático. Ahora ya despojado de la capa de arcilla, el Buda dorado atrae a multitudes de peregrinos devotos de todas partes de Tailandia.
Los monjes creen que esta deslumbrante obra de arte fue cubierta con yeso y arcilla para protegerla durante las épocas de conflictos y disturbios. De un modo muy parecido, cada uno de nosotros ha tenido que hacer frente a situaciones amenazantes que nos han llevado a cubrir nuestra nobleza innata.
Al igual que la gente de Sukotai habia olvidado al Buda de oro, tambien nosotros hemos olvidado nuestra naturaleza esencial y la mayor parte del tiempo actuamos desde nuestra capa protectora."