miércoles, 12 de enero de 2011

La navaja de Ockham, una herramienta para la cotidianidad.


Hace casi siete siglos un monje franciscano, enunció lo que se constituiría en un principio filosófico aplicable a todos los saberes: “De las explicaciones posibles la más simple es la correcta”. El principio recibió el nombre de la “Navaja de Ockham”, porque permitió separar, como el corte de una navaja, la ciencia de la teología.



Este principio ha sido útil tanto para Einstein como para Hawking, ¿por qué no aplicar un enunciado tan sencillo a nuestra propia cotidianidad?

Hemos extraviado la sencillez en algún lugar de la razón; constantemente creamos laberintos para nuestras sensaciones y emociones, y desde sus esquinas interpretamos la realidad, con los sentidos contaminados de la poca perspectiva que nos proporciona el lugar, eligiendo complejos argumentos para el sentir, el hacer y el creer.

Tenemos el poder de elegir, en nuestra forma de interpretar las realidades, podemos elegir interpretaciones en las cuales ser las victimas, complejos argumentos que nos remiten a la historia personal para explicar el presente o elegir la interpretación más sencilla para explicarnos las situaciones en las que nos encontramos y así ponerle limites al sufrimiento.
Para esta última opción resulta muy útil rescatar la idea de Guillermo de Ockham, por ejemplo:
Para nuestra comunicación, “Entre dos mensajes posibles el más simple es el adecuado”. 
Para nuestra interpretación de la realidad, cuando nos hayamos presos entre atribuciones y proyecciones: “Entre dos interpretaciones posibles de un hecho, la más sencilla es la correcta”.
Cuando nos encontramos frente a las propias emociones, podemos hacer extensas reflexiones acerca de nuestro estado de forma repetida y/o culpabilizadora o podemos elegir aceptar sentirnos así, sabiendo de su carácter impermanente, puede ser “la explicación más simple” y la forma más sencilla de transitar la emoción.

La Navaja de Ockham es una útil herramienta de trabajo en la cotidianidad, tanto para el trabajo personal como para la relación con la realidad y los otros.

“Todo se debe hacer tan simple como sea posible, pero no más simple” A. Einstein