(...) Lejos de aceptar que la soledad es un remanso
para un alma cautiva,
olvidamos que la no identificaciòn
es la liberación de nuestro ser;
negando nuestra necesidad original
nos fijamos en la carencia,
así perpetuamos nuestra dependencia
en la distracción cotidiana;
olvidamos el principio de la eternidad;
Vivir el presente.
Obsesionados en hacer nuestra inseguridad
nos condenamos a la esperanza;
la fantasía nos evidencia ante nuestra mediocridad.
Nadie es de nadie,
nada es de nadie,
ni uno mismo.
(...)La dificultad no está en despertar
sino en mantenerse alerta.
Cada caida es un recuerdo de la distracción,
cada error un olvido de sí mismo.
La tolerancia, el único bálsamo para la caida.
Sólo somos testigos, vigías de un océano que
se perpetúa en su oleaje,
La seguridad es tan sólo navegar
olvidando el arribo a un puerto seguro,
asumiendo lo impredecible de la vida.
El marinero se fortalece en mantener su nave a salvo
muy lejano de pretender llegar a aguas calmas
se fortalece en el centro del huracán,
el naufragar nos acerca a la esencia.
Todo está en su lugar,
cada uno tiene lo que le corresponde,
a nadie le falta nada.
(...)No hay que asirnos a nada
porque todo es nuestro;
la metamorfosis se logra sin minimizar
ningún estado anterior;
cada parte es necesaria para completar el todo;
la incongruencia y lo injusto
amamantan la aceptación.
Guillermo Borja
Boletìn de Psicoterapia Integrativa Transpersonal
1.995