lunes, 4 de octubre de 2010

"La ansiedad es la alarma del reloj de cocina, quien debe mirar en el horno soy yo."


La ansiedad es una respuesta del miedo, que bloquea, una respuesta, de la sensación interna de considerar que no contamos con los recursos suficientes para enfrentarnos a una situación, que bien sea, vemos con claridad, o que por el contrario no alcanzamos a distinguir con precisión.

La ansiedad es la alarma, el aviso, la sirena que estremece todo el cuerpo prediciendo lo que puede llegar a ocurrir, sin embargo nos quedamos con la mirada fija en la oscilación de la luz, en el estridente ruido que anuncia su paso, y como es tan molesto y nos sorprende tanto, nuestros sentidos se quedan enganchados en él y en la manera de desactivar su mecanismo.  Nos quedamos mirando el anuncio sin darnos cuenta el mensaje que trae consigo. 


Buscamos la forma de ponernos tapones en los oídos, cubrirnos los ojos  y encontrar un lugar alejado que nos mantenga a salvo de tan violentos estímulos.
Es como si, trasladándolo a un ejemplo sencillo y cotidiano, el reloj de cocina hiciera sonar su alarma y en lugar de acudir al horno y ver como está su contenido, centráramos toda nuestra atención en el sonido del reloj y en la incomodidad que puede generar en nosotros, incluso, en buscar la forma de huir de él y salir corriendo de la cocina.

Sin embargo cuando se enciende la alarma, es solo eso la alarma, y es molesta, muy molesta, pero debemos buscar dirigir nuestra atención hacia el mensaje que trae consigo, nuestra vida nos esta pidiendo “ detente y revisa”, “detente  y siente”, “detente y observa”, “detente y decide”.
La ansiedad es un llamado a gritos que nos hace el cuerpo para que estemos atentos, para poner en orden lo que está pasando aquí y ahora.
 Puede que en este momento no se vea con claridad, pero aún así, la ansiedad esta avisando de la necesidad de tiempo con conciencia, de tiempo para contactar con la propia vida, las pautas y creencias que hemos ido perpetuando, que están limitándonos y necesitan ser redefinidas.  De contactar con las emociones y aceptarlas tal cual son, sin estar alimentando los debería: “debería estar sintiéndome feliz…”, “debería ser amable…”, “debería estar relajado…”, debería estar sintiendo otras cosas en este momento…”.  Es un llamado a establecer contacto con las decisiones por tomar y las situaciones por enfrentar.



"... no sabemos exactamente qué sentimos y entonces caemos en la cavilación - darle vueltas incesantemente a lo que nos pasa-o la huida; pero cada vez que rechazamos sentir nuestros estados de ánimo, el problema persiste. Lo que hay que hacer es escucharlos, tienen un mensaje para nosotros. El análisis de los estados de ánimo nos vuelve más inteligentes." Christophe André