jueves, 9 de septiembre de 2010

Amistarse con la muerte.


No existe un hecho más liberador que comprender y aceptar nuestra fecha de caducidad, sabernos desde la conciencia finitos y mortales, confiere a nuestros actos un matiz diferente, llena la vida de presente.
Todos sabemos que moriremos, eso lo tenemos claro, sin embargo con que actitud asumimos está realidad?, por lo general apartamos de nuestra mente cualquier pensamiento que tenga relación, intentamos evadirla, vivir de espaldas y huyendo de cualquier circunstancia que nos recuerde que solo estamos aquí de paso.

El día a día, lo vivimos como si fuésemos inmortales, aplazando situaciones, dejando para después el reparar daños causados, y sobredimensionando las dificultades.
Y si nos diéramos la vuelta y la miráramos de frente?.
Muchas culturas alrededor del mundo, integran la muerte en sus días, dejan que les hable al oído, permitiéndoles en cada momento una conciencia diferente, una visión integral del presente, la perspectiva de observar el lugar real que ocupamos en el mundo, la dimensión que tienen los problemas en un contexto mucho más amplio, y que el sentido de la vida no se encuentra más allá de este preciso momento.

Otórgate el permiso, de preguntarte ¿Y si todo esto terminara mañana, que habré dejado de hacer, decir o sentir? Cuando tengas las respuestas, ponte en el camino.

Gay Talese, en La Contra:

“Y ahora con los años viajo mucho más ligero de equipaje: la vejez libera. Ya verá.

¿En qué sentido?

Cuanto menos tiempo me queda, más lo disfruto. Y menos tengo que perder: me gasto feliz todo lo que tengo... ¿Para qué dejar ni un dólar aquí? Y cada día me va quedando ya menos cuerpo del que preocuparme, pero, en cambio, mantengo intacta toda mi capacidad de disfrutar de mi trabajo”

(...) La muerte es la única consejera sabia que tenemos. Cada vez que sientas, como siempre lo haces, que todo te está saliendo mal y que estás a punto de ser aniquilado, vuélvete hacia tu muerte y pregúntale si es cierto. Tu muerte te dirá que te equivocas; que nada importa en realidad más que su toque. Tu muerte te dirá: “Todavía no te he tocado.”
Viaje a Ixtlán de Carlos Castaneda

Para ver: "Despedidas" de Yojiro Takita