“Recientemente se acepta como adicción, cualquier actividad que el individuo no sea capaz de controlar, que lo lleve a conducta compulsivas y le perjudique su calidad de vida” Wikipedia
“Cuando termine esto, me tomare el tiempo para…” , “cuando todo pase ya me encargaré de…”, “ya llegarán tiempos mejores”, “más adelante podré…”, “Cuando llegue a casa…”
Pasamos nuestros días, nuestro presente viviendo en la mente, en los planes del futuro, en ese futuro en el que seremos más guapos, más inteligentes, más exitosos, mejores personas. Ese futuro en que nos llevaremos mejor con los que nos rodean, en que todo será perfecto y sentiremos la comodidad de relajarnos para vivir, ser y sentir.
Desde nuestra sensación de inmortalidad, nos instalamos en los planes, que compulsivamente tejemos para el porvenir, como si ese futuro fuera el único aliciente para continuar en el presente; pero curiosamente, día tras día, lo único que tenemos es eso: PRESENTE, que se nos escapa por estar persiguiendo lo que aun no está aquí. Una cosa es hacer planes, tener sueños, trazarse metas, otra muy diferente es, que las cosas por cumplir, gobiernen todos los momentos y condicionen la vida tal como se presenta hoy.
Vivir en ese futuro nos ha ido separando cada vez más de este, el presente, único espacio donde se desarrolla nuestra vida, HOY; refugiarnos en él se ha convertido en esa “actividad que soy incapaz de controlar y que perjudica mi calidad de vida”.
Son muchas las razones que nos empujan a estar siempre habitando el futuro: no saber como vivir el presente, la esperanza de que todo será mejor mañana (aunque no se haga nada para que así sea), el entrenamiento que nos ha hecho vivir siempre dirigidos hacia las metas, o incluso el temor a enfrentarnos a lo que pasa aquí y ahora.
Si nos diéramos el permiso de empezar a rozar poco a poco el presente, de empezar a habitar algunos minutos del día, el presente nos inundaría, permitiéndonos encontrar ese sentido que se nos escapa en el mundo de las ideas y los planes. Inluso podriamos descubrir y reencontrar muchas cosas acerca de nosotros mismos, sensaciones y emociones, que se fueron quedando aparcadas para otro momento, que se fueron desdibujando de nuestra memoria o que incluso no llegamos a destinar el tiempo para contactar con ellas.
Soló planteátelo como un objetivo diario, por minuto, solo por hoy, solo por este preciso instante.
“Solo por hoy intentare vivir en el presente, solo por este momento habitaré mi cuerpo en esta situación, en esta conversación, en esta comida, en esta lectura…”
Los 12 pasos, para empezar a ejercitarnos en ello :
- Admito que tengo la tendencia a vivir en el futuro, soy conciente de que es algo que deseo trabajar.
- Confío en que tengo la capacidad para volver una y otra vez al momento presente, y empiezo a ejercitarme en ello.
- Decido poner mi voluntad y mi conciencia en el presente.
- Sin miedo me observo aquí y ahora, hago un inventario de lo que siento y pienso en este preciso momento y vuelvo sobre está observación una y otra vez: “Estoy sentado en este sillón, siento mis piernas contra su estructura, respiro, siento el aire que entra por mi nariz, estoy acompañado, esta persona mueve en mi sentimientos, escucho lo que me dice, como lo dice, siento…”.
- Reconozco en mi lo que he observado y lo acepto , me responsabilizo de lo que siento aquí y ahora, no necesito refugiarme en el futuro para no sentir esto que se moviliza dentro de mi, en esta situación puntual.
- Estoy dispuesto a actuar coherentemente con el presente sin posponer las palabras, las decisiones, o los actos, para así liberarme.
- Me tomo el tiempo para volver sobre mis sentidos una y otra vez, al comer, al oler, al tocar…
- Busco reparar en mis relaciones y en la relación conmigo mismo, el hecho de no haber estado presente, poniendo mi atención en cada minuto compartido.
- Cada día repetiré mi compromiso, solo por hoy, solo por este instante, estaré presente poniendo mi atención sobre la información que mis sentidos reciben (lo que escucho, siento, toco, huelo, degusto, y veo)
- Reconozco que lo importante no es estar siempre presente, si no el ejercicio de volver una y otra vez, traer mi mente de vuelta a casa con suavidad, cada vez que se vaya, como ocurre con la meditación.
- Busco diariamente en el momento del desayuno hacer una pequeña práctica de la atención en el presente, al ingerir el café poso mi atención sobre las sensaciones gustativas, la textura, la temperatura, el recorrido.
- Tengo siempre presente que la transformación solo se dá a través de la perseverancia y la constancia en el ejercicio de estar presente aquí y ahora.