lunes, 6 de septiembre de 2010

Exponerse al dolor y al error, para no sufrir.

Tenemos tanto miedo al dolor, a experimentarlo, a vernos envueltos en él, a equivocarnos, que a lo largo de la vida hemos creado y sofisticado estrategias que, creemos, nos protegen y lo mantienen al margen.
Nos tardamos años, sin darnos cuenta, en construir sólidos muros, gracias al miedo y las justificaciones (el pasado, la educación, estoy mejor sola/solo, soy muy exigente).


Un día nos encontramos en medio de un castillo, aparentemente confortable, amurallado, inaccesible, en el cual nos sentimos protegidos, invulnerables, pero resulta que es tan impenetrable que poco a poco nos vamos dando cuenta que ni siquiera entra la luz, el sol no calienta sus estancias, estábamos tan absortos buscando protegernos, que si observamos bien, probablemente también confirmemos que se nos olvido dejar una puerta que nos comunicara con el mundo, a través de la cual pudieran entrar relaciones y afectos a nuestra vida…como no queríamos que se fueran, se nos olvido que tenían que entrar.
Como en la metáfora, tememos tanto al dolor, que aquello que emprendemos como solución para no sentirlo, como solución para protegernos de él, se va convirtiendo en el sufrimiento en si mismo.
Sufrimos en el aislamiento emocional, sin entregarnos, procurando no sentir, no comprometernos para que no nos duela, pero sin darnos cuenta que ya nos está doliendo, que la protección es más dolorosa que la exposición al dolor, porque aísla, porque nos impide contactar y nos convierte en distantes espectadores.

Tenemos tanto temor a equivocarnos, que la vida va perdiendo todo su sabor, nuestro auténtico sabor, como lo comenta Gerard Chave, en la entrevista de La Contra, refiriéndose a su experiencia como viticultor: “A los humanos nos pasa como a los vinos: con los años, la medida de nuestra personalidad la dan nuestros errores y así nos convertimos en nuestros inimitables defectos. Por eso erramos al intentar disimularlos, cuando, si alguien nos ama todavía, es por ellos.”

Si buscaras exponerte al dolor, también llegarían la alegría, el amor, los afectos, la intensidad de la vida, cuidándote del dolor también te estas cuidando de vivir.

Participación en L'Ofici de Viure/Catalunya Radio